El combate a la inflación, se supone, será uno de los temas fuertes de la campaña presidencial 2023. Desde un Juntos por el Cambio parecen haber llegado a un punto de acuerdo: no habrá lugar para un camino gradualista como en el 2016.
Por eso empujan una solución de corto y largo plazo asociadas: "pegarse" a Brasil. ¿De qué manera? En un corto plazo, estableciendo una "convertibilidad" con el Real. Es decir, que las transacciones puedan realizarse con el peso, el dólar y el real. La idea es aplacar la inflación como en los 90 pero pegándose a la moneda de un país más parecido a la Argentina.
La convertibilidad de Menem tuvo su prueba de fuego en 1998 cuando Brasil comenzó a devaluar su moneda. Por ley, Argentina no podía hacer lo mismo y el país carioca se volvió mucho más competitivo. Esa rigidez del regimen monetario argentino dio comienzo a una recesión que empezó en dicho año y se extendió hasta el 2002: cuatro años sin crecimiento.
A largo plazo, desde Juntos por el Cambio también evalúan algo aún más ambicioso: una moneda común con Brasil, y posteriormente incorporar a Uruguay y Paraguay. Existiría un Banco Central supranacional, como en la Unión Europea, pero cada país mantendría su propio Banco Central. Dujovne había iniciado conversaciones sobre esta idea que tenía acogida en el equipo económico de Bolsonaro.
Por supuesto aquí hay múltiples aristas. Se requiere de una aprobación del Congreso, múltiples pasos burocráticos y legales, y el cumplimiento previo de ciertas metas antes de "lanzar" la nueva moneda. En otras palabras, Argentina debe ordenar su macroeconomía y "ponerse a tono". El punto de partida de ambos países debe ser similar. Argentina tendría que comprometerse a ordenar su frente fiscal y desde luego desarmar toda la maraña de cepos y regulaciones en el mercado de cambios.
Hoy parece algo lejano pero Massa apunta a ordenar estas variables, y la llegada de Gabriel Rubinstein es un mensaje bastante claro de esa dirección. Es decir, algunas variables macro podrían lucir sensatas en no mucho tiempo.
¿Y Lula, y el Frente de Todos? El líder del Partido de los Trabajadores esbozó tiempo atrás su deseo de que sudamérica forje su propia moneda para olvidar la dependencia con el dólar. Era otro contexto, es cierto, pero al menos podría estar dispuesto a analizarlo. Para Brasil, hoy, luce poco tentador "asociarse" con Argentina dados los vaivenes de nuestra macro desde el 2018 hasta la fecha. Dicho de otra forma: una moneda común con Brasil nos traería más beneficiosos a nosotros que a ellos. Por eso, habría que ver de qué manera "compensarlos" si es que existe tal integración.
Desde el Frente de Todos, por su parte, parecen no explorar esta posibilidad. Pero en la medida en que la inflación no ceda, empezerá a sonar el "algo hay que hacer", y con un potencial gobierno de Lula podría haber buen "feeling" para evaluar alternativas. La propia Cristina Kirchner dijo en un acto a mitad de año (el día que renunció Guzmán) que la moneda argentina no tenía valor y lanzó una propuesta sugestiva: "Tenemos que encontrar un instrumento que vuelva a colocar una unidad de cuenta, una moneda de reserva y una moneda de transacción".
Dada la renuncia de Guzmán, estas definiciones pasaron desapercibidas. Incluso tampoco retomó la vicepresidenta esta idea para profundizarla. Pero es evidente que también ella entiende que la inflación ha llegado a un punto tan alto y persistente que requerirá de remedios contundentes. Es un puente donde parecen coincidir Cristina y la oposición: el gradualismo no servirá para destruir la inflación.
