
Las vitaminas tienen funciones variadas en nuestro organismo y hay algunas que protegen nuestro sistema cardiovascular, fortalecen los vasos sanguíneos, ayudan en la coagulación correcta y actúan como antioxidantes.
Por ejemplo, consumir alimentos ricos en vitamina C activará nuestra circulación, ya que esta vitamina ayuda a mantener sanos los tejidos porque mejora la producción del colágeno y es un antioxidante de los más poderosos. Trata de consumir cítricos como limón, naranja, kiwi, pomelo y lima, además de otras frutas como la guayaba, frutas del bosque rojas, sandía y melón.
También son ricos en vitamina C los tomates, espinaca, pimientos verdes y rojos, coles de Bruselas y perejil. La sandía, los tomates y las frutillas además aportan licopeno, que activa la circulación sanguínea.
La niacina, una de las ocho vitaminas B, es eficaz para mejorar la circulación sanguínea al disminuir los niveles de colesterol " malo" en la sangre. Una deficiencia de niacina es rara: La mayoría de las personas obtiene cantidades adecuadas de niacina a través de los alimentos que comen. Los más ricos son el pescado, remolacha, semillas de girasol y maníes. Además numerosos alimentos están fortificados con niacina. .
Otra vitamina imprescindible para la buena circulación es la vitamina E por su rol antioxidante en las paredes arteriales. Podemos encontrarla en gran concentración en los vegetales de hoja verde como espinacas o brócoli, también en la levadura de cerveza o el germen de trigo.
Algunos aceites ricos en vitamina E y con alto porcentaje de Omega 3 son el aceite de sésamo, aceite de nueces aceite de almendra, aceite de oliva, aunque también en este caso es aconsejable consumir sus frutos, aceitunas, almendras, nueces, avellanas, sésamo, y semillas de girasol. También recomendable complementar la dieta con yemas de huevo, pescado azul y comprimidos de alga espirulina para mejorar la circulación.
La vitamina K es un nutriente crucial para la coagulación sanguínea apropiada. La falta de esta vitamina puede causar sangrado excesivo o hemorragia. El aumento de la ingesta de vitamina K puede disminuir el riesgo de sangrado asociado con la enfermedad hepática, los síndromes de malabsorción o el uso a largo plazo de antibióticos. Las fuentes dietéticas altas de la vitamina K incluyen té verde, col, espinaca, espárrago, col rizada y lechuga verde oscuro