Se ha recomendado ampliamente que no se debe lavar o enjuagar las carnes y/o aves crudas antes de cocinarlas, ya que esta práctica conduce a que las bacterias en la superficie de estos alimentos se propaguen a las áreas circundantes de la cocina y se contaminen.
Además, la cocción de la carne permite la propia descontaminación de estos productos y los vuelve seguros para consumirse sin el riesgo de contraer alguna enfermedad transmitida por los alimentos.
Pese a esto, lavar las carnes como el pollo es un hábito muy común que ha pasado de generación en generación y que muchas personas no están dispuestas a cambiar; actualmente la práctica se sigue llevando a cabo y no se espera que en el futuro esto se modifique.
Frente a esto, lo mejor que se puede hacer en lugar de advertir a las personas que no laven el pollo, es determinar y recomendar cuál es una forma más segura de lavar este tipo de alimentos para disminuir la probabilidad de propagación y contaminación bacteriana en su cocina
- Utilizar una tabla distinta para los ingredientes (es decir, uno para carnes, otro para verduras)
- Limpiar la superficie en la que se coloca el pollo antes y después. Después se debe cubrir con una tela o papel a modo de barrera
- Retirar los utensilios e ingredientes que estén cerca
- Evitar tocarse la cara, cabello o cualquier otra cosa mientras se realiza la limpieza
- Si viene en bolsa o empacado, desechar de inmediato para evitar que contamine el ambiente
- Enjuagar el pollo por dentro y por fuera con agua fría; asegurarse de que el chorro sea ligero para que no salpique mucho, en lo posible que no lo haga. Para eso, se recomienda hacerlo dentro de un recipiente.
- Después de enjuagar el pollo, secar con una toalla de papel