Se vienen elecciones presidenciales muy difíciles de pronosticar. Hay muchas combinaciones posibles. En principio, existen tres fuerzas que parten con chances ciertas de ganar, y en dos de esas tres fuerzas todavía persisten interrogantes sobre las precandidaturas.
A eso hay que agregarle que es una elección de tres tramos donde se requiere de mucha fineza discursiva. El enemigo de la PASO puede ser el aliado táctico de la General. Y el aliado táctico de la General puede ser piantavotos para un balotaje. Se necesitará de un zigzagueo inteligente. Debe ser sutil, no burdo. La gente se da cuenta.
Los parámetros ideológicos son difíciles de introducir 100% en esta elección. En algunas encuestas se evidenció algo extraño: hay personas que como plan A votarían a Cristina Kirchner. Pero si ella no se presenta, el voto iría a Javier Milei. Se trata de personas que no razonan por preferencias ideológicas, sino por rasgos de personalidad. Entienden que de una situación compleja se sale con dirigentes que no sean grises.
Este tipo de comportamientos echan por tierra cualquier tipo de pronóstico en base al Teorema del Votante Mediano. Este teorema es muy sencillo: ordena a cada votante de izquierda a derecha según su preferencia ideológica. Ganará el candidato que esté más cerca del "votante mediano". Es decir, el votante que esté ubicado en la mediana de la distribución. Por ejemplo, si son 100 votantes, gana el candidato que está más próximo ideológicamente al votante número 50 partiendo de la extrema derecha o la extrema izquierda.
Pero este teorema se basa en un supuesto clave: el votante siempre vota al candidato que tiene más cerca en su preferencia ideológica. En el fondo, este teorema supone que hay un voto "racional", estrictamente ideológico. Ordenado de izquierda a derecha, el votante que inicialmente elegiría a Cristina, no debería saltar como plan B a Milei. Ahí se rompe un supuesto clave del teorema y la predicción no sirve.
Si suponemos, en cambio, que hay cierta racionalidad ideológica en el voto, entonces podemos aventurar los siguientes escenarios pensando en llegar al balotaje. Al Frente de Todos le convendría que Bullrich le gana la interna a Larreta. Si eso ocurre, en octubre Milei y Bullrich compiten por un electorado similar, y despejan el espectro ideológico del centro para ser capturado por el actual oficialismo.
A Milei, por su parte, le convendría que la interna la gane Larreta. En octubre podría recolectar el residual de votantes de Bullrich.
Pensando en un balotaje, si seguimos la línea del votante mediano (y suponiendo que el electorado no esta ubicado mayormente en la extrema derecha o la extrema izquierda), generalmente tendrán más probabilidades de ganar los que se ubiquen en posiciones intermedias en lo ideológico puesto que la distribución de votantes tiene forma de campana.
Pero, de nuevo: el voto a Milei parece trascender lo ideológico. Es el fenómeno que claramente rompe con los parámetros habituales de análisis.