Leonel nació en Berisso, vivió en Gonnet y ahora está asentado en Olmos. Siempre le gustó la cocina pero nunca se metió de lleno. Ahora sí busca recuperar el tiempo perdido de la mano de una debilidad: el mundo de los embutidos.
“Yo siempre fui de tener espíritu emprendedor pero me aferré al trabajo fijo y fue un gran error”, cuenta en diálogo con LAPLATA1.com.
Leonel tiene 43 años y le dedicó más de la mitad de su vida a su oficio principal: es vidriero desde hace 25 años.
“Laburaba en un lugar y con el correr del tiempo me di cuenta que era poner mi esfuerzo al pedo”, reconoce, y ahora solo trabaja part-time de su oficio. El resto: meterle a los salamines y las bondiolas.
Eso sí: admite que el platense es un poco “básico” a la hora de pensar las picadas. No arriesga demasiado. Jamón y queso. “Incluso la bondiola no es todavía tan común. No se expande tanto el platense”, señala.
Lo cierto es que Leonel se la pasó viendo decenas de videos de Youtube para lograr la mejor preparación.
Tuvo que invertir en una picadora de carne, una embutidora y una balanza. Todavía, sin embargo, no cuenta con dinero para adquirir una cortadora de fiambre.
“Este proyecto lo uso de sustento y me sirve, pero me gustaría poder hacer más”, agrega, y comenta que los vaivenes de la inflación y la economía argentina complican el panorama.
El proceso de embutido para los salamines demora 8 días, y para la bondiola se puede duplicar. “También sé hacer pizzas, tartas, pero los embutidos me permiten manejar a mí los tiempos, y no que me los impongan para entregar algo en media hora”, subraya.
Leonel se convirtió en un verdadero experto respecto a las cuestiones de salubridad con el cerdo, y destaca la importancia de usar productos de primera calidad, con conocimiento de los químicos y los condimentos que se le ponen.
Probó muchas recetas. Solamente una vez tuvo que tirar un salamín. Pero eso es cosa del pasado. Leonel está muy encaminado y se agranda con la consistencia que tiene la masa de sus embutidos: “Se fue refinando mi paladar”.
También tiene en mente otra posible inversión: una secadora. Sería clave para poder controlar la temperatura de los embutidos. Por el momento, Leonel recorre los rincones de su casa para palpar cuál es el sector más fresco. Bien casero.
Por si fuera poco, también aprendió a hacer quesos y dulce de leche casero. “Me salen muy ricos”, vuelve a inflar el pecho, aunque todavía son proyectos “freezados” hasta tanto se normalice la situación económica.