El momento ideal para despertarse varía, pero estudios recientes coinciden en que alinear el sueño con el ritmo circadiano trae grandes beneficios.
Este ciclo regula nuestras funciones internas y nos ayuda a sincronizar actividades diarias como el descanso, la digestión y la liberación de hormonas. Por eso, tanto la hora de despertarse como la de acostarse afectan la calidad de vida general.
Adaptarse a un horario estable de sueño ayuda también a mejorar el rendimiento cognitivo. Incluso si no siempre se logra dormir las horas recomendadas, estudios sugieren que el cuerpo se acostumbra a ciertos patrones, favoreciendo una adaptación más rápida a las tareas diarias. A lo largo del tiempo, establecer una hora fija para despertarse regula funciones esenciales del cuerpo, manteniéndonos alertas y enfocados, sin necesidad de grandes esfuerzos adicionales para ajustarnos a los ritmos del día.
Un estudio del Instituto Nacional del Sueño sugiere que el horario óptimo para despertarse oscila entre las 6 y las 7 de la mañana, aunque esto depende en gran medida de los hábitos nocturnos y la rutina personal.
Los expertos explican que el cuerpo inicia naturalmente su proceso de activación horas antes de abrir los ojos, en un período llamado “fase final de sueño” donde se ajustan funciones como la temperatura corporal y el ritmo cardíaco. Despertar durante esta etapa facilita que el organismo se sienta alerta desde el primer momento.
La hora elegida también debe considerar el tiempo de exposición a la luz solar, ya que esta regula la producción de melatonina, la hormona del sueño. Además de mejorar el estado de ánimo, la luz de la mañana tiene un efecto estimulante sobre el cerebro, que tiende a estar más alerta durante las primeras horas del día. Para quienes buscan establecer una rutina, algunos puntos clave incluyen:
-Despertar entre las 6 y las 7 de la mañana permite aprovechar la luz natural y alinear el ciclo circadiano.
-Ajustar progresivamente la hora de acostarse en función del despertar, hasta lograr un descanso de 7-8 horas.
-Evitar luces brillantes o pantallas antes de dormir para no interferir en la producción de melatonina.
Estudios publicados en Sleep Medicine Reviews sugieren que despertar temprano puede impactar favorablemente en el metabolismo, ya que este ciclo regula la secreción de hormonas como el cortisol, que mejora la tolerancia al estrés. Un despertar temprano también ayuda a regular el apetito, favoreciendo una mejor digestión y evitando alteraciones en los niveles de glucosa. Esto es especialmente útil para prevenir enfermedades metabólicas y fortalecer el sistema inmunológico.
Un despertar temprano y constante también impacta en el bienestar mental. Diversas investigaciones indican que quienes adoptan rutinas matutinas tienen mayores niveles de satisfacción y suelen experimentar menos síntomas de ansiedad o depresión. Esto se debe a que alinear el sueño con el reloj circadiano refuerza la estabilidad emocional y aumenta la percepción de control sobre el día.