
Un nuevo estudio publicado en Occupational & Environmental Medicine plantea que trabajar durante muchas horas semanales podría estar asociado a cambios en la estructura del cerebro. La investigación, centrada en profesionales del sector sanitario, identificó diferencias en regiones cerebrales claves como aquellas vinculadas con la memoria de trabajo, la toma de decisiones y la regulación emocional.
El trabajo se basó en datos del Estudio de cohorte ocupacional GROCS, realizado por el Centro Médico Gil de la Universidad de Gachon, en Incheon, Corea del Sur. A través de resonancias magnéticas a 110 participantes, los investigadores evaluaron el volumen estructural del cerebro, utilizando técnicas como la morfometría basada en vóxeles y análisis de atlas.
De los participantes, un 28% trabajaba más de 52 horas semanales, consideradas jornadas prolongadas, mientras que el resto mantenía horarios estándar. El grupo que trabajaba más horas resultó, en promedio, más joven y con un mayor nivel educativo.
Los investigadores advierten que las consecuencias psicológicas del exceso de trabajo ya han sido documentadas, pero aún se están comprendiendo los mecanismos neurológicos detrás de estos efectos. Señalan que el trabajo intensivo podría inducir cambios neuroadaptativos que afecten la salud cognitiva y emocional.
En línea con esta investigación, datos de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo ya habían advertido sobre los riesgos físicos asociados a las largas jornadas laborales. Entre 2000 y 2016, las muertes por enfermedades cardíacas vinculadas a este hábito aumentaron un 42% y las de accidentes cerebrovasculares, un 19%.