El estrés emocional no es solo cosa de la cabeza: también se mete en el cuerpo y puede hacer desastres en cómo respiramos, cómo nos movemos o hasta en nuestras defensas. Frente a esto, un grupo de especialistas armó un método que mezcla distintas disciplinas para ayudar a la gente a salir del círculo vicioso del estrés. La idea es no quedarse solo con lo que uno cuenta en palabras, sino también trabajar las marcas que quedan guardadas en el cuerpo.
Este enfoque mezcla cuatro áreas: la medicina tradicional, el yoga terapéutico, la terapia corporal y los últimos hallazgos de la neurociencia. Cada disciplina aporta lo suyo para aflojar tensiones que muchas veces quedan clavadas en los músculos, en la postura o en dolores que no se van más. Los profesionales explican que, cuando pasamos por situaciones fuertes o vivimos bajo mucho estrés, el cuerpo se acostumbra a estar siempre en alerta y se le hace difícil volver a relajarse.
La clave está en entender que el estrés no es solo mental, sino algo que se siente con todo el cuerpo. Por eso, las sesiones combinadas buscan ayudar a que cada persona se reconecte con su respiración, sus movimientos y sus sensaciones. “La idea es volver a sentir que el cuerpo es un lugar seguro y no un campo de batalla”, dicen los expertos que impulsan este método.
Mucha gente que prueba este enfoque cuenta que duerme mejor, que le duele menos el cuerpo y que se siente más tranquila. También notan que mejoran su postura y que pueden encarar los problemas de todos los días con menos carga emocional. Lo bueno es que estas prácticas se pueden adaptar a distintas edades y niveles físicos, para que nadie quede afuera.
Hoy el estrés crónico es uno de los grandes males de la vida moderna: afecta la salud, las relaciones y la calidad de vida en general. Esta propuesta integradora invita a escuchar más al cuerpo, a prestar atención a lo que nos quiere decir y a descubrir que para sanar también es clave moverse, respirar y amigarse con uno mismo.