Dentro de algunos días se conocerá la inflación de abril y va a sorprender: las consultoras la estimaron por debajo del 2%. Inclusive el gobierno se entusiasma con un número cercano al 1%.
Pero no quiere decir que el peligro de un rebrote inflacionario esté detenido. Las consultoras advirtieron la presencia de "precios fantasmas". Puesto de otra manera: ¿Qué precios veremos cuándo los comercios e industrias reanuden sus actividades? Por ahora, este parate económico no expone esas dificultades y el índice de inflación luce con una tensa calma.
No es casualidad que el único rubro con subas significativas sea alimentos y bebidas no alcohólicas, el sector completamente exceptuado de la cuarentena. El miedo del gobierno es que cuando el país retorne a la normalidad, todos esos precios fantasmas y el mayor consumo de la gente dispare peligrosamente el índice.
El Banco Central ya tomó nota y empezó a hacer su trabajo desde mediados de abril retirando el exceso de liquidez monetaria para contrarrestar el boom de la "maquinita" cuando las recaudaciones se vinieron a pique. Pesce también evalúa emitir bonos de deuda y "enchufárselos" a los bancos para financiarse directamente de ellos y no depender tanto de la emisión monetaria.
Otros elementos ayudan a limitar la inflación: salarios planchados o a la baja, tarifas congeladas y precios de los commodities (soja y petróleo) en retroceso.
Con todo, la inflación no bajaría del 45%, acelerándose conforme el país regrese paulatinamente a la normalidad. Por supuesto, el factor de la negociación de la deuda será clave: si el país no logra sortear el default, habrá una fuerte salida de dólares del sistema que empujaría a devaluaciones tanto en el canal oficial como en el paralelo, con su habitual traslado a precios.
