
En un mundo lleno de estímulos, preocupaciones y exigencias, calmar la ansiedad se vuelve un desafío cotidiano. La técnica del semáforo surge como una propuesta sencilla pero poderosa para interrumpir esos pensamientos negativos que muchas veces aparecen sin avisar y se convierten en un bucle difícil de cortar.
Este método se basa en tres colores: rojo, amarillo y verde. El rojo indica que es momento de frenar y no reaccionar impulsivamente; el amarillo invita a reflexionar sobre lo que estamos sintiendo; y el verde habilita a actuar, ya con la mente más tranquila. Es una forma visual y práctica de gestionar emociones, muy útil para quienes sufren ansiedad o estrés.
Según la psicóloga Carolina Lozano, esta herramienta ayuda tanto a niños como adultos a conectar con sus emociones y entenderlas sin juzgarse. La clave está en cortar con el "piloto automático" y volver al presente, un paso esencial para mejorar la salud emocional.
Entre los beneficios de esta técnica se destacan: reducción de la ansiedad en momentos de crisis, mayor claridad emocional, fortalecimiento de la autoestima y el desarrollo de la resiliencia. Además, favorece el mindfulness, al entrenar la atención plena en el aquí y ahora.
Aplicarla es fácil y no requiere materiales ni preparación previa: basta con recordar el semáforo, respirar profundo y permitirse unos segundos de pausa antes de actuar. A veces, ese pequeño gesto puede cambiar todo el rumbo de un día.