Aunque a menudo se los asocia con el clima, los pies fríos pueden ser una advertencia temprana de una afección vascular. Según especialistas, este síntoma, cuando se mantiene en el tiempo o se presenta junto a otras molestias, podría indicar una enfermedad arterial periférica (EAP), una patología que afecta al 10% de los mayores de 60 años.
Esta condición ocurre cuando las arterias se estrechan por acumulación de placas de grasa y colesterol, reduciendo el flujo sanguíneo, principalmente hacia las piernas. Además de los pies fríos, dolor al caminar, uñas con hongos, pérdida de vello, calambres y piel seca son signos de alerta que no deben ignorarse.
El Dr. Siamak Pourhassan, experto en cirugía vascular, señala que hay grupos que deben prestar mayor atención: personas con hipertensión, colesterol alto, obesidad, antecedentes familiares de ACV o infarto, fumadores y mayores de 65 años. En estos casos, es fundamental consultar al médico ante síntomas recurrentes.

El diagnóstico suele comenzar con una revisión clínica y puede incluir el índice tobillo-brazo, un estudio simple que compara la presión arterial en las piernas y los brazos. Si se detectan anomalías, se realizan estudios por imágenes como el ecodoppler para observar el estado de las arterias.
Pero no siempre los pies fríos implican una enfermedad grave. También pueden estar vinculados al hipotiroidismo, la anemia, la diabetes, el estrés o incluso la baja presión. Por eso, los especialistas advierten que no es necesario alarmarse ni realizar estudios si no hay síntomas ni factores de riesgo concretos.
La buena noticia es que *la prevención está al alcance de todos*: el movimiento es una de las herramientas más eficaces. Caminar, practicar deportes aeróbicos o incluso bailar puede mejorar notablemente la circulación y el bienestar general.
Como destaca Pourhassan, “el ejercicio no solo beneficia al sistema cardiovascular, sino también a la salud mental y social”.





