El presidente boliviano dimitió en medio de masivas protestas y motines policiales en su contra.
Esta mañana, presionado por el informe de la OEA había aceptado volver a celebrar las elecciones que ganó en primera vuelta, pero los manifestantes no cesaron con la violencia en las calles.
La decisión fue anunciada después de que el comandante general de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, y el de la Policía Nacional, Vladimir Calderón, le soliciten que dé un paso al costado para desactivar la crisis política y social.
Cabe destacar la violencia con las que se manifestaban los opositores, que ya habían secuestrado a una alcaldesa cortandole el pelo y torturandola además de hacerla caminar entre los manifestantes, y otro hecho similar que vivió el presidente de la cámara de Diputados del país.