Karen tiene 22 años, es de La Plata y una auténtica gladiadora.
Hoy es una todoterreno. Un pulpo: arrancó un emprendimiento, tiene dos pequeños y también estudia libre en la Facultad de Derecho de la UNLP.
“Arranqué en plena pandemia cuando tenía 20. Empecé con mi hermana. Queríamos trabajar juntas, aparte que necesitábamos un ingreso ya que no estaba trabajando y tengo dos nenes”, cuenta en diálogo con LAPLATA1.com.
“Se nos ocurrió lo de los bombones. Empezamos con chocofrases con fotos y bombones surtidos. Nos fue re bien ese año y seguimos hasta que mi hermana se mudó, pero igual ambas seguimos vendiendo lo que es chocolate y vamos siempre innovando, buscando algo diferente que resalte. Nos ayudamos mutuamente”, agrega.
Con los horarios hace verdaderos malabares. Trata de llegar con todo: “Obviamente trabajo un montón porque todo lo hago yo y es agotado, pero lo vale y lo disfruto mucho”.
Ahora se enfoca en vender ramos de rosas de chocolate, en variedad de colores: “Este año para el Día de la Primavera y el Día de la Madre tuve un montón de ventas por suerte”.
“Recuerdo que cuando empecé tenía dos moldes y ahora tengo más de 50”, grafica sobre su crecimiento a pulmón. Karen vive en La Plata. Cree que eso también es clave para manejarse con los repartos y “puntos de encuentro” que concerta con los clientes.
La madrina de su hijo mayor colabora mucho. Es un factor clave. Y es que la joven de 22 años no tiene movilidad. Por lo tanto, los envíos los hace viajando en micro. Lindo trajín.
“Estoy estudiando Derecho, voy de a poco. No tomo las materias por completo que me corresponden porque se me complica un montón, así que voy cursando 1 o 2 depende como pueda. Mis hijos tienen 4 y 3, van al jardín y me queda libre en la mañana, aunque suelo trabajar más tranquila de noche”, explica.
“Al principio se me complicaba un montón. Llegué a un punto en el que estaba muy estresada y empecé con problemas de salud. Quería cursar demasiadas materias; no quería quedarme atrás. Así que después de eso empecé a cursar de a poco. Yo estoy en segundo y este semestre me preparé para dar libre 2 materias”, cuenta.
Y cierra: “Hay meses en los que vendés todos los días y no tenés un día de descanso pero lo vale, y hay veces que no. Pero creo que la cuestión es seguir intentándolo e ir para adelante. Y la razón, más allá de que ame lo que hago, es que no les falte nada a mis hijos, poder cumplir con todas sus necesidades”.
