"No desapareció; se hizo invisible": desde 1971 fue el "salvador" de muchos médicos de La Plata y ahora todos lo extrañan

Sociedad 20/02/2023 . Hora: 10:54
”No desapareció; se hizo invisible”: desde 1971 fue el ”salvador” de muchos médicos de La Plata y ahora todos lo extrañan
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Hace más de un mes falleció una de las personas más emblemáticas del Hospital de Niños de La Plata. No era médico pero todos lo amaban: Edgardo Camilion.

Empezó a ir al mítico hospital platense en 1972 y nunca lo dejó. ¿Qué hacía? Fue el librero que marcó a múltiples generaciones de profesionales que pasaron por allí.

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Carlos, médico jubilado del Hospital de Niños, lo recuerda en diálogo con LAPLATA1.com.

“Si uno tuviera que hacer el inventario de las personas del Hospital, Edgardo estaría en ese inventario. Era librero. El librero. Estaba en el pasillo, en su puestito, con su muestra de libros”, cuenta.

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Lo conoció en 1981 cuando ingresó a la Residencia. Ya en ese momento todos lo querían a Edgardo: “Vendió libros a las personas más reconocidas y renombradas del Hospital de Niños, y también al personal que comenzaba la carrera de Enfermería, a los residentes. A todos”.

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“Fue un gran padre, un gran esposo. Sus dos hijos son maravillosos: Cristian y Analía. Él nos aconsejaba, nos vendía libros. Lo hacía en comodísimas cuotas a pagar en un año. Algo increíble”, dice Carlos al borde de la lágrima.

“Nos aconsejaba qué comprar, lo último que había salido. Ese era Edgardo. Me acuerdo que pasaba a cobrar con su libretita. Si no podíamos pagarle, lo dejaba para el siguiente mes. Era un señor con todas las letras”, agrega.

Su punto central era el Hospital de Niños de La Plata pero también iba a Congresos de Pediatría y de Cirugía Plástica, y por supuesto visitaba hospitales de Buenos Aires. Pero todos los días daba el presente en el Sor Ludovica. Allí se lo podía ver en el puesto, en el hall central o directamente recorriendo las diferentes salas cuando había salido algún libro que consideraba imprescindible para los profesionales. Sin ser médico, se había transformado prácticamente en un docente para muchos.

En la inundación del 2 de abril del 2013 perdió muchísimos libros. Era un golpe durísimo. Pero los trabajadores del hospital no se quedaron de brazos cruzados: le empezaron a dar dinero para que pudiera surfear una importante deuda. Todos participaron: médicos, personal administrativo, policía interna.

Edgardo era fanático de Gimnasia. También amaba las carreras de caballos, y solía despuntar el vicio con la Quiniela.

“Lo recuerdo con un cariño inmenso. No es lo mismo entrar al hospital y ver que no está él. Me ayudó muchísimo, tanto en lo personal como en mi carrera como médico”, señala Carlos.

Y cierra: “Él sigue estando. Mientras uno lo mantiene en su corazón, en su mente, las personas siguen vivas; desaparecen cuando dejamos de pensarlas y tenerlas en el recuerdo. Las personas que mueren no desaparecen, se vuelven invisibles. Para mi Edgardo se volvió invisible”.

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