Cuando uno se propone bajar de peso buscar reducir aquellos alimentos que contribuyen a engordar. Normalmente, la tendencia es ingerir menos glúcidos (azúcar) o menos lípidos (grasas). ¿Pero qué opción es más conveniente elegir?
Un estudio publicado recientemente trató de buscar respuesta a esta pregunta y demostró que ningún régimen es mejor que otro. Sorprendentemente, según las conclusiones publicadas en el Journal of the American Medical Association (JAMA) la genética de una persona o su metabolismo de insulina tampoco son factores clave para que una dieta dé mejores resultados.
"Todos hemos escuchado las historias de un amigo que hizo una dieta -que funcionó muy bien- y de otro que intentó el mismo régimen pero no funcionó del todo", expuso Christopher Gardner, profesor de medicina de la universidad de Stanford, en California. "Es porque todos somos diferentes y recién empezamos a comprender las razones de esta diversidad", añadió.
En el estudio participaron 609 personas de entre 18 y 50 años; de las cuales el 57% fueron mujeres. Se eligieron dos grupos al azar. Durante un año, uno de ellos hizo un régimen pobre en grasas y mientras que el otro redujo los azúcares.
En promedio, cada individuo bajó unos 5,9 kg en ambos grupos. Algunos perdieron mucho más (hasta 27 kilos) mientras que otros engordaron hasta 9 kg. Los científicos no hallaron una relación entre la dieta que hicieron y una pérdida de peso más importante.