Basta de miedo, basta de lobby, basta de llorar: a competir

Opinión 30/06/2019 . Hora: 08:30
Basta de miedo, basta de lobby, basta de llorar: a competir

¿El acuerdo de libre comercio con la Unión Europea es bueno o malo? En general, existe un consenso económico: el comercio siempre es mejor que el no comercio.

El intercambio es lo que hizo crecer a todo el mundo a partir del siglo XVII: abarata el costo de vida en los países y genera un mayor conocimiento. Un país cerrado solo podría prosperar si todos sus integrantes tuvieran en coeficiente intelectual de Albert Einstein.

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Pero el libre comercio también genera ganadores y perdedores. En Argentina los industriales ya pegaron el grito en el cielo: son los que van a tener que competir con los productos que lleguen de Europea, que tienen mejor calidad y precio. ¿Entonces?

Ese motivo no puede frenar el comercio. En todo caso, como explica el premio nobel Paul Krugman, las ganancias del comercio tendrán que servir para compensar a los perdedores a través de subsidios temporales. Pero nunca la conclusión debe ser anular el comercio. La restricción de importaciones genera bienestar (o privilegios) para esos industriales, pero nadie habla de las pérdidas que implica para los sectores exportadores y los consumidores, que deben pagar precios altísimos por culpa de esos aranceles.

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Hay dos fuertes motivos para no restringir importaciones: 1) existen sectores perdedores por el cambio tecnológico y los cambios en la demanda, y ninguno de ellos pide auxilio al Estado. ¿Por qué entonces deberían ser "protegidos" los perjudicados por el libre comercio?; 2) los que se oponen al libre comercio tienen un gran poder de lobby: están más organizados y tienen acceso a fuentes del gobierno y medios de comunicación.

El acuerdo, básicamente, implica que el Mercosur y Europa eliminarán estos aranceles. En otras palabras, podremos acceder a bienes de Europa más baratos (sin ese sobrecosto impositivo), y lo mismo ocurrirá en las góndolas del Viejo Continente. Los pobres de Argentina accederán a vestimentas y alimentos más baratos. Hay que pensar en eso también; el debate no puede concentrarse únicamente en los industriales poco competitivos locales.

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Además, el acuerdo prevé que esa quita de aranceles será gradual: llevará hasta 10 años. Por lo tanto, los perdedores tendrán tiempo para readecuarse.

Argentina está paralizada por el miedo. No queremos hacer ninguna reforma; no queremos tratados comerciales con nadie; nos da miedo la competencia. Más sencillamente: no queremos entrar al siglo XXI. Preferimos aislarnos del mundo y "vivir con lo nuestro".

Este acuerdo será un enorme desafío. Se abre una gran posibilidad para incrementar las exportaciones (tanto de productos primarios como de servicios) y para encontrar góndolas más pobladas y con mejores precios.

También será la oportunidad para debatir seriamente qué industrias tienen potencial competitivo, y cuáles tienen una ineficiencia irreversible.

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