El ala más heterodoxa del Gobierno se impone. Hablamos, por ejemplo, de Paula Español y Cecilia Todesca, las dos damas que salieron a copar la parada discursiva contra la inflación.
Hasta Martín Guzmán parece recostarse en este discurso. Esta semana, por ejemplo, le dijo a los empresarios que no cree en un Estado con bajos impuestos y bajo gasto público.
En realidad, todo el ajuste posible ya lo hizo Guzmán en los primeros cuatro meses del año. Ahora llegó el tiempo de dar “buenas noticias”. No es algo novedoso: en épocas de alta inflación, el congelamiento de los servicios públicos y la fijación del dólar es una fórmula que han usado todos los colores políticos. El propio Macri tuvo que poner entre paréntesis su plan de “déficit cero” y anunció múltiples congelamientos en el 2019 cuando las encuestas lo daban por el piso.
El ala heterodoxa del Gobienro no cree que la inflación tengan fundamentalmente una raiz monetaria. Por lo tanto, pujará para subir el gasto público en un corto plazo y sostener el consumo a pesar del alza de los precios. Ya lo podemos ver en las paritarias que cerraron los trabajadores del PAMI, del ANSES y del Congreso. Todos cómodamente por encima del 40%. En la carrera de precios contra salarios, el Gobierno aspira a que la inflación se mantenga algo anestesiada justo durante el proceso electoral, y de esa manera vivir un cierto “veranito” de consumo.
De todas maneras, no son pocos los que plantean las dudas de este plan de expansión del gasto en un contexto de alta inflación. El temor más evidente es que ese excedente de pesos se canalice en los dólares paralelos y altere la paz cambiaria. Es algo que teme Guzmán y por eso busca contrapesar las apetencias del ala más heterodoxa.
El otro problema tiene que ver con la coordinación. Si desde el Estado se estimulan paritarias jugosas, luego le resulta díficil al Ministro de Economía convencer a los empresarios de que la pauta inflacionaria estará más cerca del 30% que del 40 o del 50.
Como buen alumno de Daniel Heymann, Guzmán sabe que la coordinación de expectativas es clave. La economía puede confluir a dos equilibrios: el bueno o el malo. Ambos estables. El bueno sería una economía con inflación del 30% y salarios del 30%. El malo sería una economía con una inflación del 50% y salarios al 50%.
Los comportamientos de las últimas semanas hacen creer que lamentablemente la economía se dirige al equilibrio malo. Pero desde el ala heterodoxa le advierten a Guzmán que hay un escenario aún peor: inflación al 50% y salarios al 30%. Por eso apuran las paritarias, aunque esto implique desarmar la estructura conceptual de Guzmán.