
Toda acción y ejecución pasional siempre traen consigo buenos resultados. A la larga, todo lo positivo vuelve. Y vaya su esta joven platense lo sabe. Su vida dio un giro de 360 grados a sus 9 años, y a partir de ese momento, todo cambió. Para bien. Claro.

Por decisión personal y seguridad de sus animales decidió preservar su identidad, aunque no así su amor por sus mascotas.
Siempre pregonando la tenencia responsable de animales exóticos, la joven le abrió las puertas de su casa a LAPLATA1.com y recordó sus inicios y primeros contactos con estas especies de animales.
“Mi pasión comenzó a los 9 años en Villa Carlos Paz, en unas vacaciones con mi familia. Había una ranita muerte, sumergida en un lago, y quise traérmela. Le pedí a mi mamá que me consiga formol, la traje envuelta en un film y la ubiqué en mi mesita de luz, dentro de un pote de café, formol y agua. Ahí empezó todo”, señaló.
Sobre su incursión en la tenencia de reptiles, la mujer platense se enteró que podía adquirirlos como mascotas recién en 2015. “Fui a una veterinaria, investigué, consulté por todos los medios cuál era el más fácil de tener para comenzar, y me dijeron que era el Gecko leopardo y la Pogona vitticeps. Me compré uno de cada uno y ahí comencé”.
Actualmente, indicó que cuenta con la posesión de cuatro reptiles: “la Pogona, tres serpientes Elaphe Guttata, que son hijas de otras serpientes de un amigo, tuvieron cría y me regalo dos, y una Morelia spilota, otra serpiente que compré en una veterinaria de CABA”.
Además, recordó: “tuve cinco lagartos overos para que recuperen peso y los liberamos en una reserva de Saladillo. ¡Ah! Y una iguana verde también”.
En cuanto al día a día de los animales detalló que “no es complicado, lo que sí, hay que investigar que necesita cada especie, y mientras tenga lo que necesita, va a estar bien, como la temperatura y luz que corresponde. Si todo es correcto, no hay de qué preocuparse. Cada una tiene su terrario correspondiente y acondicionado a sus necesidades. Trato que estén en contacto permanente con la naturaleza, para que estén bien”.
Y agregó: “por ejemplo, las serpientes se alimentan de ratas, ratones, pollos; entonces consulto con el criadero de pollo, para que me den algún pollo que se muera en ese mismo día y yo lo uso para dárselo a la Morelia. Me conseguían ratas que morían en laboratorios, y se los daba. Y si no, se consiguen ratas y ratones y se le da eso. Más o menos, la Morelia come cada dos semanas o tres semanas, tres ratas y tardan en digerirlo, se esconden unos días, y a los tres días que lo digieren reaparecen. Las Elaphe Guttata comen más seguido, todas las semanas”.
La relación de su familia con sus animales no fue fácil al principio. Hubo un quiebre que debió resolver rápidamente. “En su momento me dieron a elegir entre ellos o las mascotas, y no dudé. Me fui de mi casa. Me incliné por mis mascotas, no las iba a regalar. Con el tiempo, después de un año, me dijeron de volver y lo hice cuando liberé a los lagartos. Se acostumbraron y les tomaron cariño. Mi tío, por ejemplo, le tiene fobia a las serpientes, y lentamente también les fue tomando cariño. Hoy en día puede compartir la misma habitación”.
“No te van a atacar sin ningún motivo, actúan por instinto, atacan para comer o por sentirse agredidos”, remarcó.
Y completó: “mi animal preferido es la serpiente, pensé que no generaban un vínculo con las personas, y nada que ver. Generé un vínculo con ellos y ellos conmigo. Si estoy en el parque y dejo lejos a la serpiente, anda un ratito y al rato viene hacia mí y se me sube. Se queda conmigo. Y cuando se lo doy a otras personas, se estira para estar conmigo. Me sorprendió muchísimo. Es muy loco, me llena el corazón.
Cuando traje a la Morelia, ella había sufrido mucho en el pasado, y al principio me mordía mucho. Tuvo que comprarme un guante para soportar las mordidas. Con el tiempo, fue mordiendo cada vez menos y hoy en día, desde hace tres años que confiamos mutuamente; no me ve como una persona que lo puede atacar. Los errores siempre son de las personas, el animal no te va a atacar por atacar”.